Mientras trabaja, el pintor desconoce cuál va a ser el resultado finaldel proceso, y así debe ser. Solamente ve en la medida que hace, y en ese ir viendo, tiene lugar a su vez otro tipo de visión paralela, por medio de la cual, el artista entrevé lo que aún no es, lo que hace falta para completar lo hasta ese momento pintado: bajar la intensidad del color allí, para que no reclame tanto la mirada; darles más fuerza a esos trazos, para mejorar el equilibrio del cuadro; matizar esta zona con un color complementario, para lograr una determinada tonalidad... y así paso a paso, hasta que la materia se ordena, se conforma de tal modo, que adquiere y retiene la sensibilidad del autor.
En el acto de pintar, entre la mente y la tela y a través del conducto brazo, se produce el principio de los vasos comunicantes.